Amados,
su
petición de oración
será
elevada al Señor,
porque
como dice el salmista
en
Salmo 121: 1-2:
"Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra".
Recuerda,
hermano(a) que nosotros, la Iglesia, somos el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12), y cuando un miembro duele, el Cuerpo entero duele.
Les
invito a dar ese paso de fe
y
comentar sobre su necesidad.
El
que responde es el Señor:
“…el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qué hemos de pedir como
conviene,
no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos indecibles”
(Romanos
8:26)
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Dios les bendiga,
y que el Espíritu de Dios
les ayude
en medio
de la aflicción.
